Se dice que hay tres cosas básicas
que se deben tener en cuenta al tratar de realizar cualquier negocio, llegar a
cualquier objetivo e incluso pronosticar la recuperación de un suceso, estas tres
cosas son: la situación...la situación y, la situación. En cierto modo no
podemos negar que en esta forma de ver las cosas hay sin duda una parte de
verdad.
Aunque hoy día en psicología sabemos
que los contextos no tienen porque ser determinantes en la salud mental
posterior (ejemplos de resiliencia hay a cientos) estos no dejan de actuar como
catalizadores, ya sea para desarrollar y mantener una conducta desadaptativa o
bien para reconducir nuestro comportamiento, por ejemplo todos aceptamos, sin
por eso llamarlo hipocresía, que nuestro comportamiento varia en contextos
según el ambiente, el rol que asumimos, o simplemente dependiendo del grado de
intimidad que tengamos con la persona con la que estemos hablando en un momento
dado. Estas son formas de comportamientos útiles para manejarse en sociedad,
naturalmente que a nadie se le ocurriría tratar a su jefe como a su pareja, o
al revés, o seguir actuando como un trabajador de atención al cliente en una reunión
informal de amigos íntimos.
Ahora bien existen ciertos
momentos en los cuales las personas son capaces de elevar voluntariamente una
autentica barrera en torno a ellas, construida desde dentro con colaboración de
los que están fuera, tu pones los ladrillos y yo la argamasa y literalmente me
emparedo para no salir mas, como dice Judith Herman el acontecimiento traumático
destruye la creencia de que uno puede ser "uno mismo" en relación con los demás. Es el momento en que se instaura lo que llamamos trauma, cuya única
consecuencia neuróticamente positiva es la evitación de los estímulos que
recuerden de alguna manera el suceso.
Para explicar como se produce
esto podemos tomar la denominada teoría del doble golpe del neurólogo,
psiquiatra y psicólogo Boris Cyrulnik la cual mantiene que después del suceso
perturbador para que este quede asentado como trauma debe producirse un segundo
“golpe” proveniente del exterior, de esta forma el sufrimiento provocado por un
suceso puede quedar convertido en un autentico “trauma”
¿Y mediante que comportamientos
pueden contribuir las personas de nuestro entorno a que se de el segundo golpe
y a asentar el trauma? Mediante su poderosa presión social en negativo, es
decir por medio del rechazo, el asco, la estigmatización, el menosprecio, el
abandono, la humillación o bien la posible incomprensión del contexto hacia el
sujeto.
Rechazo: La mas directa de todas,
no solo transluce una clara falta de empatia sino que además considera que el
sujeto es despreciable por lo que le ha sucedido, busca aislar al sujeto de la
sociedad.
Asco: Ante los defectos físicos o
bien morales que la sociedad percibe que se han derivado del suceso, contribuye
a fijar el trauma con una confirmación emocional de asco.
Estigmatización: Una de las mas
comunes, es especialmente frecuente en personas que han contraído enfermedades
(Ej.: de transmisión sexual) normalmente va a acompañado de las reacciones
anteriores y en muchas ocasiones de ideas erróneas respecto a la realidad de lo
que padece el sujeto, no molestándose estos en alcanzar otro punto de vista ni
tratar de compararlas con los datos objetivos.
Menosprecio: Esta forma se
ejecuta mediante la minimización del suceso que ha vivido la victima, suele
expresarse en frases tales como “no es para tanto” “a nadie le pasa lo que a
ti” dando por hecho que es la persona afectada la que le ha otorgado al suceso
capaz de provocar trauma una importancia exorbitante, y que sus consecuencias están
sostenidas en ultima instancia por el mismo.
Abandono: Se da cuando el circulo
social y los recursos con los que cuenta la persona antes del suceso se apartan
de el, ya sea por rechazo o estigmatización o en otros casos debido a que la
insistencia por buscar apoyo y comprensión termina por “quemar” al circulo
social, esta reacción resulta especialmente común entre comunidades de
supervivientes de grandes catástrofes, las cuales necesitan asistencia
psicológica para guiar el proceso.
Humillación: Quizá una de las más
crueles, consiste generalmente en una sutil inversión de papeles entre victima
y verdugo. La frase mas frecuente es “tu te lo has buscado” o bien “tenia que
pasarte a ti porque eres tan…” tratando de transmitir una oculta intencionalidad
por parte de la victima, también en ocasiones se alude a “defectos morales o de
carácter” recurriendo al juicio “ya te lo decía yo que si seguías por ese
camino…si me hubieras escuchado”. Proceso que si llega a calar en la victima
produce miedo, paralización y culpabilidad.
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