Inevitablemente
en un momento u otro de nuestras vidas todos hemos sido comparados
con las personas que nos rodeaban, ya sea con familiares o con
compañeros de trabajo, pero lo importante no es el hecho de ser
comparado, eso es bastante común, lo que resulta revelador es la
respuesta que recibimos cuando al fin nos atrevemos a preguntar los
motivos de ese acto a la persona que realiza esa comparación.
Con
la comparación para mal "mira el/la/los/estos...y sin embargo
tu..." se pretende estimular a la persona a alcanzar el
rendimiento, imitar los logros, o a igualar las capacidades de otra,
que a juicio del emisor es mas deseable o se desenvuelve mejor que la
persona receptora, esto no debería ser confundido con las técnicas
de modelado usadas por psicólogos y psicopedagogos, puesto que estos
procesos están exentos de todo juicio y se dirigen a perfeccionar
una habilidad o bien a crearla, en ellas se insiste en especial en
las formas de reforzar las aproximaciones sucesivas a una conducta
objetivo, aplicando diferentes tipos de reforzadores y nunca el
castigo el cual se ha demostrado que no resulta útil para el
aprendizaje.
Aun
a día de hoy, no he encontrado una sola persona que haya recibido la
pretendida inyección de motivación que pretende esta practica, de
hecho lo que normalmente resulta es un empeoramiento el rendimiento o
la motivación, una huida hacia mecanismos para aliviar la ansiedad
de forma rápida (alcohol, comida..etc) o bien en los casos que
restan el ajuste es realizado con una hostilidad, que tarde o
temprano termina explotando contra el emisor o deprimiendo al
receptor explotando como una bomba de relojería de carácter
pasivo-agresiva.
Y
es que esta técnica es un ataque frontal a la autoestima de una
persona, ¿como iba a ser de otra manera? Las comparaciones de este
estilo transmiten un mensaje que podria resumirse en "deja de
ser tu" porque "tu eres demasiado...o me
molestas...o eres inadecuado o eres incorrecto." la nota de
fondo trasmite que la envidia y la competitividad son una idea motor
legitima, en contraposición a la cooperación y la autoobservación
terapéutica, son sentencias que se aplican alegremente sin pensar en
las consecuencias, pero que en la mente de una persona lo
suficientemente sensible a la comparación o en determinados estados
de vulnerabilidad pueden quedar marcadas a fuego.
Desde la perspectiva
del Análisis conciliatorio se explican estas exigencias imposibles
por medio de lo que Berne denominaba “mandato” por ejemplo
transmitiendo al niño un "se perfecto" lo atrapamos en un
axioma imposible que le puede orientar inadvertidamente a ser victima
de su guión (tratando de serlo para satisfacer al Padre) o bien a
autodestruirse intentando de rebelarse ante el mandato recibido,
mientras tanto la vía de en medio, en la que la persona se vuelve
realmente la constructora de sus propios significados, preferencias y
valores queda vacía, es en esa vía en la cual se puede desarrollar
la vida satisfactoria de una persona, pero podemos llegar a vivir
desconectados por completo de ella, escuchando las voces de nuestro
lado autoritario y rígido (Padre) o ceder constantemente ante
nuestros impulsos de gratificación inmediata (niño) formando un
circulo vicioso que acabe rompiendo toda posibilidad de equilibrio y
alejándonos de la posibilidad de llegar a la posición ideal que
como comenta Thomas A. Harris seria un “yo estoy bien/tu estas
bien” demostrándonos a nosotros mismos nuestro propio valor y el
valor de los demás, directamente en contraposición a las posiciones
involuntarias a las que nos podemos ver sometidos por aceptar los
mandatos.
A
raíz de la autenticidad requerida recuerdo que en una ocasión, una
prestigiosa directora de Recursos Humanos se dirigio a mi cuando
inocentemente le preguntaba ¿que podemos hacer si no sabemos que
contestar o que decir? ¡Contestar!-me dijo- con
seguridad, con firmeza, que no se note, que pase totalmente
desapercibido, esta era la receta del éxito,
afortunadamente hoy creo haber llegado al entendimiento de que la
calidad no tiene porque estar reñida con la humildad, y quizá esta
consista en ser capaces sin rubor de pronunciar sinceramente las
palabras “no lo se” cuando esto sea cierto, en afirmar “me he
quedado en blanco” si es que ha sido así, o como decía el
Buda “si no puedes aportar nada guarda el noble silencio” las
personas anhelan y agradecen cada vez mas las muestras de humanidad y
no una fachada políticamente correcta de las que ya han llegado a
hartarse forzando la sonrisa ante ponentes inexpresivos y discursos
blindados de magnetófono, resultando que tal como han citado otros
autores, parece que parte de nuestros problemas como sociedad se
derivan en gran medida de tratar de forzar la adaptación a unas
normas que promueven las conductas neuróticas, muchas personas caen
en ellas por no soportar la fachada de perfección y tensión que
apoyamos colectivamente en algunos sectores en lugar de abrirlos al
pensamiento critico o por carecer de habilidades para relativizar
esos axiomas de los que hemos hablado, estas posiciones artificiales
tienen como sus derivados conductas nocivas para la salud mental y
física, y es que si no nos es posible dejar de vivir en un mundo
donde los significados a menudo nos vienen impuestos desde fuera y
trabajar nuestro mundo interior podemos llegar a creer erróneamente
que tenemos un umbral homogéneo de tolerancia y juzgar por ello no
al que se ciega sino al que percibe mas de la cuenta.
Carlos Sanz Andrea
Carlos Sanz Andrea
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