"En quince segundos yo os puedo decir si una persona ha tenido o no problemas en su infancia"
Esta frase, pronunciada delante mio por una profesional de la Medicina muy reconocida en España me recuerda inevitablemente a un libro que leí hace años titulado "tontos con poder" no recuerdo el autor, pero si que mostraba el grave perjuicio que produce no solo a los individuos, también a la sociedad en general, que una persona sin valores, ignorante, o incompetente para las funciones que debe ejercer ascienda a un puesto de poder, ya sea por inercia, casualidad, o cuñadismo.
Paradojicamente el sistema es tal que la inconsciencia (no saber que no se sabe) el egoísmo, y el estar dispuesto a pisar cabezas pueden convertirse en un plus en ciertos trabajos, una vez conseguido el objetivo ya solo es cuestión de cubrirlo todo con riquezas materiales, títulos, o reconocimientos para conseguir una convincente aura de respetabilidad, y poder hablar con ese paternalismo soberbio sobre sus vidas y las lecciones aprendidas; me he dado cuenta de que generalmente unos 6 meses de vida de una persona normal equivalen a unos 50 años de reflexiones lucidas de estos tipos,vidas que suelen ser enormemente pobres y estereotipadas a veces adornadas con algún cuento que han leído en un libro, o alguna metáfora de autoayuda barata en la que creen encontrar el santo Grial y la inspiración divina para predicar su sabiduría.
Pero el verdadero daño se lo harán a los alumnos, el verdadero drama estará en todos aquellos que aprendan que el camino del éxito y al respeto social esta en las lecciones trasnochadas, prejuiciosas, insensibles e incluso abiertamente crueles que ciertos personajes se dedican a diseminar a diestro y siniestro, personas que sin vergüenza alguna se permiten hacer juicios de valor sobre otras sin tomarse la molestia de escucharlas mas de quince segundos, que viven en su propio mundo fabricado por lo que les gusta, en lugar de contactar con lo que es real, que encuentran rasgos de personalidad estables a partir de detalles insignificantes, incapaces no ya solo de tolerar sino de entender una critica razonada y analizarla, que confunden lo negativo del juicio con la virtud del discernimiento, creyendo que por eso son libres de soltar lo primero que les viene a la cabeza, sin pensar en las consecuencias que el asentimiento de las masas traerá sobre las vidas cotidianas de sus semejantes, representa un fracaso social que tales personajes alcancen los medios de comunicación, se encaramen a las tarimas, o llenen salas de personas deseosas de escucharles.
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