La risa es la distancia más corta entre dos personas. (George Bernard Shaw)
¿Os habéis fijado alguna vez en
esas personas que sonríen pero que nunca se ríen? suelen ser
precisamente las que juzgan a las que todavía son capaces de
reírse sin ningún motivo, las que aleccionan con especial dureza
a los niños por violar normas que nadie les ha explicado, en su
autocontrol total terminan trasmitiendo la rigidez de sus creencias,
sus emociones, y sus conductas, y sobregeneralizando sus patrones
morales sobre el mundo que las rodea, de forma que poco a poco el
"esto se hace así" que puede ser una enseñanza
adecuada se va convirtiendo en “esto debería ser así”
degenerando en una serie de deberías (must-turbation como lo
llamaba Albert Ellis) condenatorios sobre su conducta, cada vez mas
rígida, y sobre la de los demás, cada vez mas descontrolada según
estos últimos.
Lo cierto es que si alguien
aceptase todos nuestros "deberías" carecería de
personalidad propia, complaciente pero inhumano, en Psicología
se estudia esa rigidez como una de las muchas conceptualizaciones
posibles de la psicopatologia; pero atención, sera nociva si y solo
si nos perjudica o perjudica a los demás, no me vale el ejemplo
demagógico de "no seas rígido y acepta cualquier irracionalidad
peligrosa que te venda" por eso tampoco es positiva la
flexibilidad de aquellos que aceptan cualquier cosa en la que son
adoctrinados sin discernimiento también es el otro extremo, muy
peligroso que hay que evitar,un extremo propio de los grupos con
talante sectario.
El humor, incluso el humor negro
suele ser un buen signo de flexibilidad, la capacidad de reírse de
uno mismo no la toleran fácilmente las personalidades narcisistas,
buscamos ese humor que sorprende al principio pero consigue hacerte
reír al final, un componente necesario, realmente vital en ocasiones,
para afrontar de forma mas llevadera lo que no vamos a poder
cambiar, las cosas, las facultades y las personas que ya hemos
perdido, y las que nos quedan por perder.
El discurso de las personas
ancladas en la rigidez ante palabras como las de los párrafos
anteriores, que por cierto han sido repetidas una y otra vez por
varios psicoterapeutas de varias escuelas, es un clásico, y la
respuesta sigue siendo un NO, no lo entienden correctamente, no es un discurso fatalista ni nihilista, no predica
la renunciación a las metas personales, no es darse por vencido, no se refiere a una “psicologización” de la vida humana, ni es una llamada al
misticismo, ni tampoco anima a nadie a tirar la casa por la ventana,
se puede seguir siendo precavido, incluso obsesivamente conservador,
y aprender a valorar cada momento sin por ello simplificar
nuestras expresiones emocionales o encerrarnos en filtros mentales
que limitan nuestras experiencias.
Pero para eso es necesario
aprender, aprender a tener pequeños errores y no juzgarnos tan
severamente, por ejemplo los momentos en que nos quedamos en blanco,
o farfullamos, o decimos "no lo se" con vergüenza y no con
avidez de conocer, son esos momentos por los que muchos se machacan
la cabeza en privado, pensando que la vida consiste en entrenar,
ensayan frente al espejo para tratar de evitarlos la próxima vez,
muchos lo llevan al extremo y parecen maquinas, esos errores
divertidos son precisamente la única constancia que puede tener
quien nos mira de que aun somos humanos, y si la persona de
delante nuestro no nos juzga por un desliz como si fuésemos objetos,
facilitara establecer un reconocimiento mutuo sobre lo mas humano de
todo,equivocarse.
Carlos Sanz Andrea
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